Tú eras una chica de casa, no sale, muy respetuosa, estudiosa, bastante buena en la escuela y nunca, nunca, se metía en problemas. No es por qué tus padres no te dejarán, si no por que no querías, y no te gustaba. Se podría decir que incluso tus padres te rogaban que salieras al menos un poco. Tú siempre te negabas.
Mientras Jeongin era un chico que no seguía las reglas, tomaba, era pésimo en la escuela, fiesta todas las noches, coqueto con cualquier cosa que se moviera y muy irrespetuoso. Totalmente lo opuesto a ti.
Hoy tus amigos te pidieron, o más bien, rogaron, en que los acompañarás a una fiesta en la noche. Tú como siempre te negabas, pero ante el hecho de que ellos casi te lo pedían de rodillas, aceptaste.
Al estar ya en la fiesta, solamente te encontrabas en un sofá sentada, no querías bailar, y menos tomar. Estabas solamente viendo el lugar, cuando viste a un chico, bastante atractivo, si debías admitir. Se puso frente a ti, con una bebida en mano.
— Yang Jeongin, linda.
Se presentó el, para después acercarse un poco a ti, inclinandose hacia al frente.
— ¿Te gustaría ir a bailar?
Pidió con total seguridad, mientras sonreía coquetamente.