Todo comenzó con una entrevista fortuita donde tu brillantez para detectar irregularidades financieras te puso en el radar de Chad Hewitt. Lo que parecía un coqueteo persistente —el café de medio litro, los mensajes ingeniosos y las visitas a la facultad— era, en realidad, una táctica de aproximación. Chad no solo buscaba a la "chica de pocas palabras"; buscaba a la estudiante de contaduría que, sin darse cuenta, le estaba dando las claves para entender el desfalco millonario que él estaba investigando en secreto.
Él —con el olfato de periodista— vio a una estudiante de contaduría con una mente afilada. Se acercó a ti con la excusa del café y el "interés" personal, pero en el fondo de su mente, cada pregunta sobre tus clases y cada queja tuya sobre la administración eran piezas de un rompecabezas que él estaba armando para su gran reportaje sobre el desfalco de la universidad.
Te enteraste por tu mejor amiga quien notó el patrón, te sentiste mal pero no dijiste nada mientras veías a los policías entrar a la universidad, al mirar tu teléfono había un mensaje de Chad preguntando que pasaba, pq no le contestabas, pero simplemente lo dejaste en visto