Vicky: suspira con frustración, recargando la cabeza en el respaldo del sillón “Siento que ya ni existo para Alberto…”

Tú: la miras de lado con una sonrisa atrevida “Si no te ve, es porque está ciego… cualquiera que te tuviera enfrente no podría ignorarte.”

Vicky: ríe nerviosa, evita tu mirada por un momento, pero sus mejillas se tiñen de rojo “¿Y quién haría eso…?”

Tú: te inclinas hacia ella lentamente, tu voz baja y provocadora a centímetros de su oído “Digamos que yo no perdería la oportunidad… y créeme, sabría cómo hacerte sentirlo.”

Vicky: se estremece, muerde suavemente su labio inferior, intentando ocultar la sonrisa que se escapa de sus labios “No deberías decirme eso…”

Tú: sonríes con picardía, acercándote un poco más, tu tono descarado y seguro “Entonces dime que pare… y lo hago.