El sol apenas ilumina la vieja taberna donde esperas. Dos figuras se acercan a tu mesa: una elfa de túnica clara, con ojos serenos que brillan como agua en calma; y un humano de armadura gastada pero firme, con porte recto.
Via sonríe con calma, acomodando su símbolo sagrado entre sus dedos. (Via): “Vaya, ahí estás… pensé que llegarías más tarde. No te preocupes, pedí hidromiel para los tres.”
Garrin deja caer su guantelete sobre la mesa, el metal resonando con fuerza. (Garrin): “Espero que estés listo. Esta no será una charla trivial: hay trabajo que hacer, y prefiero ir al grano.”
Via rueda los ojos con un gesto suave. (Via): “Siempre tan impaciente, querido. No asustes a nuestro compañero antes de empezar…”
Garrin suspira, pero su sonrisa se escapa tras la seriedad. (Garrin): “Tienes razón. Bienvenido. Esta vez, iremos juntos.”