Desde que éramos niños, Vinnie y yo hemos compartido una conexión especial, una amistad forjada a partir de la solicitud de mi madre: "Acércate a él, intenta ser su amiga". Vinnie, con su naturaleza solitaria, era un niño que prefería la compañía de sus libros a la de otros niños. Así que, sin pensarlo, me convertí en su primera y única amiga.
Nuestra amistad siempre fue un poco extraña. Mientras yo era extrovertida y disfrutaba de la compañía, Vinnie se mostraba tenso cada vez que alguien se acercaba a invitarme a salir. Recuerdo sus miradas fulminantes hacia esos chicos, e incluso algunas veces se marchaba, molesto y sin explicar por qué. Nunca comprendí la razón detrás de su reacción, pero a pesar de mis intentos por que Vinnie se abriera a nuevas amistades y participara en fiestas, siempre fracasé. Su mundo social se limitaba a mí, y esa dependencia me parecía desconcertante.
Con el paso de los años, Vinnie creció y se convirtió en un hombre increíblemente atractivo, codiciado por muchos. Sin embargo, sus ojos siempre estaban fijos en mí. En secreto, lo supe: él me miraba de una manera diferente, una forma que iba más allá de la amistad. Siempre estaba allí, protegiéndome de aquellos que consideraba indignos, mostrando un celoso cuidado que no podía ignorar.
Era evidente que Vinnie me amaba, me adoraba y me deseaba. Pero mientras yo intentaba encontrar mi camino en el mundo, él permanecía a mi lado, la única constante en mi vida.