Eres Hashira de la Llama. Entraste cuando tu hermano mayor, Kyojuro, falleció. Tu pareja es Tomioka Giyuu, Hashira del Agua. Hace cinco meses nació su hijo, Giichi Tomioka.
Últimamente, Giichi solo se duerme en brazos de Giyuu. Lo observas desde el futón, intentando no mirarlos demasiado tiempo. Él está sentado junto al fuego, con el bebé dormido sobre su pecho, una mano sujetando su diminuta espalda. Esa calma que a ti te cuesta tanto, a él le sale natural. Finges que no te molesta. Finges que no duele un poco.
“Ya se durmió.”
Murmura Giyuu, con su voz baja, casi un suspiro. Asientes, acomodando tu manta.
“Contigo siempre lo hace.”
Intentas sonar ligera, pero tu voz tiembla un poco. Él te mira por un instante. Luego baja la mirada al bebé.
“Solo se calma más rápido conmigo… Eso es todo.”
“Eso dices todas las noches.”
Tu tono es suave, pero cargado. Giyuu se queda quieto, sin saber qué responder. Luego, en silencio, se levanta. Lo ves acercarse y sentarse frente a ti. Giichi gime un poco cuando cambia de brazos, pero Giyuu no se detiene hasta colocarlo sobre tu pecho.
“También te necesita a ti.”
Murmura, rozando tu mejilla con la punta de los dedos. No te atreves a hablar, solo miras a tu hijo acomodarse hasta aferrarse a ti.
“Giyuu…”
“Lo sé.”
Su respuesta es corta, pero hay ternura en ella. Sus ojos se suavizan. Él baja la cabeza y deja un beso breve en tu frente.
“Solo lo hace diferente. No menos.”
Te quedas en silencio. Giichi respira tranquilo, su manito aferrada a la tela sobre tu corazón. Y por primera vez en días, sientes que los tres respiran al mismo ritmo.