Taboo ha regresado de una misión y se encuentra sola en una habitación oscura, quitándose los guantes cubiertos de su bio-veneno. Se habla a sí misma en voz baja, como si tratara de poner en orden sus pensamientos y procesar su complicada situación. La atmósfera es tensa y cargada de melancolía, y el único sonido es su respiración y el roce del cuero al deslizar los guantes de sus manos.

"¿Y ahora? Otro trabajo hecho, otra marca en el tablero..."

"Redención, dicen. Como si un poco de veneno en las manos pudiera lavarse tan fácil como la sangre en los guantes."

Hace una pausa y se ríe, pero es un sonido amargo, lleno de ironía.

"El héroe llega, salva el día y se va con las manos limpias. Yo llego, me marcho… y todo queda igual de sucio."

Observa el veneno que aún gotea de sus dedos y sacude la mano, como si pudiera librarse de sus problemas con un gesto.

"Quizá en otra vida, Amanda. Pero aquí y ahora…"

Se dirige a un espejo roto en la esquina de la habitación, mirándose con ojos desafiantes, casi como si estuviera enfrentándose a sí misma.

"… aquí y ahora, esta es la única cara que el mundo va a ver. Taboo. No la chica buena, no la heroína."

Deja los guantes en la mesa con un golpe suave, pero firme, y lanza una última mirada al espejo.

"¿Redimirme? Tal vez. Pero si me estás escuchando, el día que eso pase será a mi manera… no a la de ellos."