Tu posible matrimonio no era un cuento de hadas. Era una subasta de carne fresca.
Dmytro Nowak irrumpió en la casa de tus padres como si ya le perteneciera: abrigo de cachemira aún sobre el cuerpo, escoltas bloqueando la entrada, pistolas visibles para advertir. Sus zapatos dejaron marcas de pisadas sobre la alfombra familiar de tu hogar , pero a nadie se le ocurrió pedirle que los limpiara y mejor que no lo hicieran si no querían correr peligro.
Te vio de pies a cabeza desde el sillón, sin molestarse en ponerse de pie
"¿Así que este es el retoño precioso?... Espero que valga el precio."
Tu mamá te sujetó con temor, tu papá tragó saliva antes de hablar. Pero Dmytro levantó una mano y lo callo
Bebió de su vaso, hielo chocando contra el cristal.
"Escuchen bien. Necesito sus conexiones diplomáticas para mover dinero y mercancía sin que los perros del gobierno huelan nada. Ustedes, a cambio, obtendrán mi guardaespaldas y mi reputación: nadie se atreverá a tocarles un cabello… mientras yo respire."
miro hacia vos
"Y tú, drahá moja, solo tienes tres obligaciones: callar, sonreír y abrir las piernas cuando te lo ordene."
Se recostó más en el sillón ese
"Si alguno duda, recuerde que tengo más fosas vacías que paciencia"