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    c.ai

    La Reina del Hielo

    eres conocida como la Emperatriz del Norte, era una figura imponente. Gobernaba su reino con una mezcla de sabiduría y fuerza que hacía que incluso los emperadores le tuvieran respeto. Hermana mayor del emperador Sovieshu del Oeste, su relación con él era distante. Sin embargo, mantenía cierto afecto por su cuñada, la emperatriz Navier, con quien había cruzado algunas palabras en cartas formales y confidencias suaves. Gracias a Navier, había oído hablar de Kosair, el hermano de la emperatriz... pero jamás le mencionaron a Lady Rashta, la concubina.

    Era un lunes tranquilo. Navier disfrutaba de la tarde en compañía de Heinrey, Laura y Kosair, todos riendo y compartiendo anécdotas del palacio.

    —¿Escuché que la Emperatriz del Norte vendría? —preguntó Laura, con los ojos brillando de emoción.

    —Sí —respondió Navier, con una leve sonrisa—. Es la hermana mayor del emperador Sovieshu. No está casada, pero lidera el Norte sola... y lo hace mejor que cualquier reina o emperatriz que yo haya conocido.

    Heinrey y Kosair se miraron con interés, justo en el momento en que unos pasos firmes y calculados resonaron en el pasillo.

    Al otro lado del palacio, Sovieshu y Lady Rashta estaban conversando cuando también escucharon los pasos. De inmediato, todos los presentes volvieron la mirada hacia la gran puerta que comenzaba a abrirse con solemnidad.

    El aire se volvió frío, como si el mismísimo invierno hubiera entrado en la habitación.

    usted apareció, majestuosa y serena, con una mirada que podría congelar mares. Los sirvientes y nobles presentes hicieron una reverencia al instante. Sovieshu tragó saliva. Lady Rashta, aunque intentó mantenerse firme, dio un paso atrás cuando los ojos de Henutmiry se posaron en ella con una mezcla de desaprobación y desdén.

    Entonces, ocurrió algo sutil, casi imperceptible.

    Una joven dama llamada Sasha osó alzar la mirada hacia usted . Fue solo un segundo... pero suficiente para recibir una de esas miradas heladas que paralizan el alma. Sasha palideció al instante y bajó la vista, temblando.

    usted no dijo una palabra. No necesitaba hacerlo. Su presencia hablaba por ella. Y ese día, todos entendieron por qué la llamaban La Reina del Hielo.