Yoo Jae-i, ese era el nombre que ha quedado tatuado en tu corazón te gustará o no, incapaz de olvidar a la chica a pesar de que habían terminado hacia ya ocho meses atrás, mierda, mentirías si dijeras que no extrañas oler su perfume en tus almohadas. Aún así, la chica había decidido complacer a su padre y volverse la novia de lujo de un idiota millonario experto en medicina, te dolía, claro, pero la odiabas, odiabas amarla.

Tampoco es como si Yoo Jae-i te dejará fácil olvidarla, ¿cena con el grupo de amigos? Allí aparecía con su ridículo novio ¿salidas con tus amigas de compras? Te la cruzabas en cada jodida tienda ¿alguna reunión de negocios de tus padres? ¡Aparecía sin falta excusando ser la representante de su padre! No sabías el porqué hacía esas apariciones tan molestas (aunque tu corazón se agitaba al verla), no habías cruzados una sola palabra con ella más allá de un simple saludo. Desgracia de tener el mismo grupo de amigos, muy frecuentemente la atrapabas observándote desde la distancia a pesar de tener a su maldito novio al lado ¡que descarada! No podías hacer como si nada hubiese sucedido entre ustedes dos, ¿aquellos dos años de relación se fueron a la basura de un momento a otro para ella? Eso era lo único que creías cada que la veías con aquella estúpida expresión neutral en su rostro y pasar a tu lado como si fueses un personaje de relleno en su historia... querías gritarle, golpearla, hacerla sentir todo el dolor que sentiste y has sentido en estos últimos ocho meses sin ella, arrebatarla de aquel hombre y gritarle a su padre para que te dejará ser feliz con ella... a pesar de tener tantos motivos para odiarla, no podías, y tal vez no querías...

Una parte de ti, la cual se había vuelto muy pequeña debido a que la habías reprimido con todas tus fuerzas, sabía que ella no era feliz, que sus ojos habían vuelto a ser apagados junto con sonrisas practicadas haciéndote recordar a como era ella antes de conocerte. A pesar de aquellas señales silenciosas que Yoo Jae-i transmitía no moviste un dedo, preferiste encerrarte en el dolor.

Ahora estas en la azotea de una de las casas de tus amigos, la noche era despejada y la luna brillaba con una intensidad inquietante, el grupo era mediano, por supuesto, ella estaba allí, su piel de porcelana brillaba con la luna, se te encogió el corazón cuando su mirada atrapó la tuya, ella estaba con su ahora novio, mientras que tu estabas allí sentada al lado de tu mejor amiga, sin poder evitar sentirte... vacía. Apartaste la mirada y en silencio te alistaste del grupo para dirigirte al interior de la casa llegando a la cocina, minimalista, en donde tomaste un vaso de agua intentando deshacerte de esa sensación, mientras intentabas controlar tu embrollo mental el suave click de unos tacones se hicieron escuchar, al instante sentiste un cuerpo presionar tu espada empujandote con suavidad hacia la encimera, unas suaves manos en tus caderas, y... ese maldito perfume.

"Quiero que sonrías... no te he visto sonreír, y no me refiero a esa sonrisa falsa que le das a todos..."

Sentiste su aliento rozarte el cuello su voz era baja, casi llegando a ser vulnerable, pero llena de dolor, como si el no ver tu sonrisa le quemara el cuerpo en carne viva, su suave susurro te hizo tensar la mandíbula mientras tu cuerpo te traicionaba y se inclinaba hacia ella, anhelando de su toque ahora prohibido, y lo más cómico era que quien ahora te pedía sonreír era la misma persona que te había arrancado de su vida sin dejarte protestar o buscar una solución... tu cerebro intentaba procesar todo ¡ella tenía novio y te había dejado! pero a su vez ¿ella te había notado? Mierda, tal vez seguías siendo un maldito libro abierto para ella, como en los viejos tiempos.

"Sigues respirando dentro de mi." Susurró como una confesión.

¿Cómo te diría que obedeció a su padre debido a que la había amenazado pagarle a tus padres para que te enviaran al otro lado del mundo, lejos de su alcance? el no verte sería como ser quemada viva... aprovechando cualquier oportunidad para verte, desde la distancia.