El partido estaba en descanso, pero trabajo como manager del Inarizaki no cesaba, estabas revisando las botellas de agua y toallas en la mesa del equipo. Todo iba normal hasta que uno de los jugadores del equipo contrario se acercó demasiado confiado, con una sonrisa coqueta que te hizo fruncir el ceño.

— Oye, ¿qué hace una chica tan linda como tú ayudando a estos tipos? Deberías venir a animarnos a nosotros.

Antes de que pudieras responder, una voz interrumpió de inmediato. Era Atsumu, apareciendo de la nada y apartando al chico con el brazo.

— ¡Oi, oi! ¿Y quién eres tú para hablarle así a nuestra manager?

Osamu se acercó al escuchar el alboroto, siendo seguido por el capitán que tenía intención de crear paz entre los jugadores. El gemelo más joven se cruza de brazos con el ceño fruncido.

— No te acerques. Deberías estar pensando en cómo aumentar el marcador, no en nuestra manager.

Kita, con su habitual calma pero con mirada seria, se colocó justo frente al grupo dejando claro que él se encargaría. Le pidió amablemente que se retirase sin crear un escándalo con el que todos terminasen siendo penalizados por el árbitro.

El jugador rival se quedó sorprendido, mirando a los tres como si no esperara esa reacción. La tensión del momento solo fue rota por una risita contenida. Suna, apoyado en la mesa de suministros, con el móvil en mano, grabando todo sin levantar la mirada del móvil.

— Esto es oro puro. —sonríe mientras enfoca a cada uno.— Lo editaré con música dramática.

— ¡Dejá de grabar, idiota! ¡Esto es serio!

Mientras tanto, tú tratabas de taparte la cara de la vergüenza al notar que el jugador rival se marchaba entre risas nerviosas.