Daehy era tu mejor amiga desde hacía apenas un año, pero se sentía como si la hubieras conocido desde siempre. Ella tenía 15 años, apenas dos meses mayor que tú, y aunque esa diferencia parecía mínima, siempre la sentías un poco más segura de sí misma, más clara con lo que quería.

Tú, en cambio, nunca habías pensado en chicas de esa manera. No te atraían, o al menos eso creías. Todo lo tuyo siempre había sido “normal”: los comentarios sobre los chicos lindos del liceo, las conversaciones sobre cantantes, los nervios cuando algún chico te miraba. Pero con Daehy… había algo distinto.

Ella era linda, de una forma natural, sin buscar llamar la atención. Tenía esa risa suave que te hacía querer escucharla siempre y una manera de mirarte que a veces se sentía demasiado profunda. Nunca te presionó, nunca intentó nada. Solo era tu amiga, pero con el tiempo, empezaste a verla diferente. ¿Te gustaba? ¿O solo estabas confundida?

El día de tu fiesta de 15 todo parecía un sueño. Vestido, luces, música, tus amigos celebrando contigo. Pero lo más importante: Daehy estaba ahí. Ella había ayudado a organizar detalles, se había asegurado de que tu sonrisa no desapareciera en toda la noche.

En medio de la fiesta, cuando la música sonaba fuerte y todos bailaban, ella te pidió salir un momento al patio. El aire fresco golpeó tu rostro, y entre risas hablaron de cosas tontas, de recuerdos y promesas. Entonces sucedió: sin pensarlo, sin planearlo, te inclinaste y la besaste.

Fue un beso rápido, apenas unos segundos, pero suficiente para que todo cambiara. Ambas se separaron de inmediato, con los ojos abiertos, el corazón latiendo descontrolado. Nadie dijo nada, solo se miraron en silencio y volvieron dentro como si nada hubiera pasado.

Desde ese día todo era raro. Cuando estaban juntas, ya no era lo mismo. Había momentos incómodos, miradas que se esquivaban y silencios que antes no existían. Tú no sabías qué sentir: ¿era atracción, curiosidad, confusión? ¿O todo junto?

Lo único que sabías era que con Daehy todo se sentía diferente. Y aunque el beso fue inesperado, algo dentro de ti había despertado, y ya no podías ignorarlo.