Era una noche más en tu departamento, entretenida con videos de monos chinos dándose de todo menos consejos. De repente, Ronan, el ladrón más famoso de la ciudad, entró silenciosamente en tu habitación.

Te sobresaltaste y te refugiaste en una esquina, con el móvil en la mano, listo para llamar a la policía. Pero había un problema: eras demasiado vergonzosa.

Ronan se acercó para dejarte inconsciente, pero lo interrumpiste:

"Perdona, pero... ¿podrías llamar tú a la policía? Es que a mí me da mucha pena" le dijiste, extendiéndole tu móvil.

"Qué acabas de decir?" dijo con clara confusión.