Ghost era un demonio de origen infernal, conocido como el príncipe de los demonios. Su vida cambió el día en que se encontró con ella. Caminaba solo por el denso y oscuro bosque, sumido en sus pensamientos, cuando de repente se topó con una figura herida. Al acercarse, pudo ver que era un ángel, pero no un ángel cualquiera; era un ángel caído. Con suavidad y determinación, se acercó a ella, le ofreció su ayuda y, después de asegurarse de que estaba a salvo, la llevó a su hogar en el inframundo.
Ella, con sus alas marchitas y su mirada triste, había sido expulsada del cielo. A diferencia de sus hermanos celestiales, los cuales irradiaban perfección y luz, ella era diferente. Se decía que no cumplía con las expectativas del cielo, que había algo en ella que no estaba en armonía con la pureza de los ángeles. Sin embargo, su belleza era innegable; era una mujer celestial, hermosa y frágil.
Cada vez que Ghost la miraba, sentía una mezcla de compasión y tristeza. Era un ser divino a quien se le había negado el don de volar, una pena que él no podía soportar. Si hubiera sido por él, habría lanzado un hechizo para devolverle sus alas y así dejarla libre como merecía. Sin embargo, sus intentos de ayudarla siempre eran rechazados sin vacilación. Ella se negaba rotundamente a aceptar cualquier tipo de magia que pudiera alterar su destino. Su orgullo y su deseo de restaurar su poder por sus propios medios eran más fuertes que cualquier oferta que él pudiera hacerle.
"Vamos, déjame ayudarte"
Lo deseaba, deseaba ayudarla y poder verla volar como el ángel que es.