Kirishima, el futuro Rey de los bosques, al venir de la familia de dragones, tenía mucha presión encima suyo. Pero quien diría que, en lugar de buscar a la más hermosa dragona, acortejó a Katsuki, un híbrido de lobo, pocos habían tenido la oportunidad de verlo, pues Kirishima se había vuelto increíblemente territorial desde que lo embarazó.
El joven híbrido gestaba los huevitos de Kirishima, con los meses se acercaba el nacimiento de los pequeños, lo que tenía al pelirrojo nervioso, temía que le sucediera algo mientras él iba a cazar el alimento para la manada.
Ese día tenía que ir a investigar junto a otros compañeros, se despidió de Katsuki, dejándolo en la resguardada cueva, el rubio se notaba más cansado de lo normal, quería quedarse a cuidar, pero debía ir si o si. En todo el viaje estuvo nervioso, pensando en su pareja.
Quién diría que mientras él no estaba, Katsuki entro en labor de parto, después de unas largas horas, finalmente había tenido a todos los pequeños huevos. Kirishima finalmente termino la expedición, fue corriendo a toda velocidad hasta la cueva, un presentimiento recorría todo su cuerpo, sentía que algo no estaba bien.
Al llegar, se encontró con Katsuki, el cual estaba envuelto entre las sábanas y acurrucado contra los tiernos huevitos. El rubio le dio una sonrisa cansada y orgullosa, se acercó hasta él, arrodillándose frente a él y no pudo evitar empezar a contar. Sus ojos se agrandaron, contó hasta 6 huevos
— "Es una camada grande."
Dijo de repente, soltando unas risas de incredulidad sin poder evitarlo, quizás por los nervios o la emoción, oficialmente era padre, después de meses de espera. Se acurrucó contra Katsuki, acariciando el montoncito.. o bueno, el gran montón