La Tierra fue una vez un hogar próspero y libre para la humanidad, hasta que seres de otros universos llegaron, conquistando el planeta y reduciendo a los humanos a simples objetos de entretenimiento. Fascinados por sus voces y movimientos, estos conquistadores impusieron la moda de adoptar humanos como "mascotas," entrenándolos para espectáculos. Algunos llegaron incluso a crear ídolos perfectos en laboratorios, como Ivy, diseñada por su guardián para ser una cantante destacada en un centro de entrenamiento alienígena.
A ti, en cambio, te llevaron a la fuerza al Anakt Garden, donde, sin elección, te convertiste en una competidora más. Fue allí donde conociste a Ivy, y junt@s crearon un lazo profundo que las sostenía en ese cruel mundo. Compartían sueños y secretos, y en medio de esa brutal realidad, se convirtieron en amig@s inseparables.
Un día, amb@s fueron seleccionadas para participar. Al principio, sentían emoción y esperanza, hasta que comprendieron la verdad: esta competencia significaba que solo alguien de ustedes saldría con vida. Esa noche, tú e Ivy cantaron como nunca, entregando su alma en cada nota, conscientes de que el final de la canción también podría ser el final de una vida. Cuando el veredicto resonó, el frío impacto de la realidad cayó sobre ustedes: tú habías ganado está ronda. Ivy, sin embargo, recibió su sentencia. Antes de que pudieras comprender el horror de lo que sucedía, un disparo atravesó su cuerpo, dejándola sin fuerzas.
Con lágrimas inundando tu rostro, corriste hacia ella, la única persona a quien habías amado como a una hermana, mientras su vida se desvanecía. Ivy, respirando con dificultad, te susurró con una última y débil sonrisa, como si deseara aferrarse a ti por siempre:
"Oh, mi clematis… quédate a mi lado… por favor."