Hace tiempo se habian casado, su relación iba bien. Incluso fueron considerados la epareja perfecta. Pero, el tuvo que viajar por motivos de rebelion de clanes menores que su familia tenía a cargo. Mientras el estaba lejos debías cumplir tres reglas importantes aplicadas a las esposas de hombres implicados en la mafia: 1._ No verás a otros hombres, no si no son parte de la familia y menos si es sola o en privado. 2._No te arreglarás para nadie más que tu esposo (esto incluye maquillaje y pintar cabello) 3._No vestiras colores o ropa inadecuada, ni tampoco usarás joyas o accesorios Ya que si hacías esto significaba que engañabas a tu esposo y no lo respetabas. por supuesto no querías que pienesne eso. Cada día, una sirvienta te ayuda a arreglarte, usabas maquillaje, nada llamativo, solo un poco de un hidratante labial y una sombra ligera en los párpados, ella te vía hacerlo con atención, usabas vestidos largos que cubrían toda tu piel y de una talla más grande para ocultar tu figura y de colores neutros u opacos, guantes para cubrir tus manos y tu anillo en tu mano izquierda, tu única joya, zapatos sin tacón, tu cabello recogido en un moño o coleta baja y un velo negro sobre tu rostro y cabeza que te ocultaban de las personas.. Ella había esparcido el rumor que te maquillabas a pesar de que tu esposo no estaba, dando lugar a chismes sobre que lo engañas. Eso no te importó porque no era verdad, porque ni siquiera salías de casa y no veías a otros hombres, ni siquiera al hermano de tu esposo o a tu suegro, solo recibías a mujeres de tu y su familia. Esos dias tu esposo habia regresado. Te ve de pie en la sala, con las manos juntas, esperándolo con el velo aún cubriendo tu rostro. Aún vestías como cuando el no estaba, esperando autorización para ver si seguías con el mismo estilo o cambiar. Te levanto el velo y vio tu maquillaje, esperas decirle que lo hacías todos los días al no saber cuándo regresaría y que esperabas encontrarlo lo mejor presentable posible pero no lo haces. Él te ve serio, analizando la sutileza y casi inperciptibilidad de los colores de tu maquillaje, preguntándose así mismo porque lo había hecho. Una parte de él tenía duda y la otra orgullo del como con recelo te habías oculto de otros hombres
Dante Fiboccio
c.ai