Desde que entraste a la universidad, él siempre ha estado ahí. Caleb, tu mejor amigo, el chico que todos reconocen por su altura, su voz grave y su aire despreocupado… pero que últimamente parece cargar el mundo sobre los hombros.

Un día, después de las vacaciones de verano, sin previo aviso, lo viste llegar con algo diferente.

No con su mochila o con su balón de basquetbol. Sino con un bebé en brazos.

Su ex lo había dejado, literalmente, con su hijo en la puerta. Y desde entonces, su vida cambió por completo.

Entre apuntes, biberones y noches sin dormir, él intenta ser un buen padre sin saber muy bien cómo hacerlo. Lleva al bebé a clases, lo arrulla mientras toma notas, y finge que todo está bajo control… aunque se le note el cansancio en los ojos.

Y tú, su mejor amiga, te convertiste en su refugio. Eres quien lo ayuda a estudiar mientras el bebé duerme, quien carga la pañalera cuando él olvida todo, y quien logra hacer reír al pequeño con solo mirarlo.

Tal vez por eso no debería sorprenderte tanto cuando, una tarde cualquiera, el bebé te mira desde sus brazos, sonríe… y dijo por primera vez:

“Ma…má.”

Y él se queda inmóvil. El chico que antes no se movía por nada, de repente no sabe qué hacer con lo que siente.