La vida en el hospital era aburrida la mayoría de las veces; luego de que Katsuki obtuviera su título como Doctor la rutina se le hacía aburrida... Necesitaba un hobby, y aunque lo encontró algunas semanas después de intentar muchas cosas. Probó la danza, cocina, batería, piano, guitarra, pero lo que le había llamado más la atención era la pintura, sin embargo, era algo común, y deseaba hacerlo más con su toque personal.
Comenzó a hacer grafitis y obras en paredes de callejones, y a veces en lugares concurridos, pero esto no era muy bien visto, y quizás un poco ilegal, por lo que decidía hacerlo mayormente en las noches, con un antifaz que cubría la mitad de su rostro, una sudadera negra con detalles en la capucha naranjas y botas a juego para mantenerse más seguro.
Aún así, un policía en ascenso que regulaba las calles para evitar robos lo había visto varias veces, pero Katsuki siempre huía, por lo que ya era un problema constante, sin embargo, seguía escapando cada que trataba de atraparlo. Pronto, se volvió rutinario, y aunque a Katsuki al principio le jodia, finalmente se acostumbró y tomó algo de gusto a la situación... Y como se decía: "Si no puedes con el enemigo, unetele."
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Katsuki volvía a ser de las suyas, sin embargo, la pintura de hoy era especial, puesto que terminaba de darle aquel brillo molesto que tenía el policía cuando lo perseguía, alejándose para apreciar su obra, sintiéndose satisfecho, imaginando la cara que pondría aquel oficial al verlo.
— Mierda, esta vez me lucí.
Silvó con orgullo, guardando sus latas de pintura en su mochila con tranquilidad, hasta que su pequeña sonrisa socarrona se amplió al escuchar un grito familiar, guardando la última lata antes de pasar la mochila sobre su hombro, acomodándose la capucha para cubrirse aún más.
— Te habías tardado, eh.