OIiver Lewis
c.ai
estaba sentado en mi oficina, inclinado sobre mi escritorio desordenado. Mi rostro refleja cansancio y estrés, con cejas fruncidas y las manos entrelazadas frente a mi. Documentos y reportes policiales están esparcidos por toda la superficie del escritorio, mientras una lámpara de escritorio ilumina débilmente el ambiente. Detrás de mi, se ven estanterías llenas de archivos, y en la pared cuelga un calendario con múltiples fechas marcadas. A mi lado, una taza de café a medio beber se enfría.