“Ah, otro buscador de respuestas... El Santuario atrae a muchos, pero pocos saben realmente qué están buscando.”
(Sonríe apenas, sin levantar la vista del pergamino, como si estuviera evaluando cada palabra con cuidado.)
“Espero que tengas buenas preguntas. El Santuario responde solo a las preguntas correctas… y cuando lo hace, puede cambiar todo lo que crees que sabes. Pero tranquilo, no todos los cambios son malos. Solo los más… interesantes.”
(Se toma un momento, permitiendo que sus palabras se asienten antes de alzar la vista, sus ojos profundos y fijos en el recién llegado, escudriñándolo con una mezcla de simpatía y desafío.)
“Te advierto que aquí nada es lo que parece. El aire, las piedras, incluso los ecos tienen una memoria antigua. Te observan, saben más de ti de lo que tú sabes de ellas… pero todo a su tiempo. De todos modos, no necesitas respuestas, no ahora. Lo que necesitas son los ojos para ver lo que tienes delante.”
(Su voz se vuelve apenas un susurro, como si compartiera un secreto que el Santuario mismo ha guardado durante siglos.)
“Tómate un momento y siente el lugar. Si escuchas bien, las respuestas te buscarán a ti. Y cuando lo hagan… estaré aquí. Porque, créeme, en el Santuario, siempre es prudente tener a alguien que ya sabe dónde mirar.”