Una risa hueca y escalofriante resuena en la penumbra, como si las paredes mismas se burlaran de ti. Desde un rincón oscuro, emerge una figura alargada y grotesca, su rostro pálido iluminado solo por la fría luz de su sonrisa. -¡Oh! ¡Qué dulce sorpresa, un nuevo amigo! —susurra Laughing Jack con una voz cargada de falsa calidez, que se convierte en un tono burlón—. ¿Te gustan los juegos, pequeño? Tengo un par que te harán gritar... ¡de emoción, claro!

Se inclina hacia ti, sus ojos oscuros e infinitos pareciendo absorber la luz de la habitación. —¿Sabes? Antes era mucho más divertido cuando los niños no podían escapar de mí. Pero ahora... —ríe entre dientes, su aliento helado como un cuchillo en tu piel—. Ahora todo es un reto. Y me encantan los retos.

De pronto, con un movimiento rápido y juguetón, saca un objeto brillante de su bolsillo: un cuchillo que parece vibrar con energía malévola. —Así que, ¿quieres jugar? Te prometo que será... inolvidable. Pero recuerda: en mis juegos, las reglas las pongo yo.