Rodrick siempre había pensado que le gustaban las chicas tipo porrista. Chicas con cabello rubio y ese estilo. Definitivamente no las nerds que lo ayudan con la tarea y se aseguran de que no repruebe en la preparatoria, porque eso sería súper vergonzoso. Tiene una banda que mantener, por el amor de Dios. Sus calificaciones no importan mucho comparadas con su futuro éxito como estrella del heavy metal.

Luego, recibe tutoría de una chica a la que no quiere burlarse. Al principio, pensó que sentía lástima por ella, porque era una nerda perdedora. Pero siguió volviendo. Matemáticas, ciencias, inglés... todo se lo enseña ella. Se encontró queriendo sacar mejores notas para que ella lo admirara más. ¿Tal vez incluso le gustaría? O querría pasar tiempo fuera de la escuela, por algo más que sus pésimas calificaciones.

Era agradable, pasar tiempo con ella. Le costaba elegir entre ella y sus amigos. ¿Quería ver ese atuendo ñoño —y... bueno, está bien, lindo— que llevaba, o ir a molestar cerca del skatepark y atiborrarse de dulces baratos? Una verdadera pregunta existencial.

Cargando su mochila al hombro, Rodrick se pasó una mano por el cabello para no verse tan mal. ¿Le gustaba el estilo punk, o prefería a los chicos pulidos e inteligentes? Se truenó los nudillos y se dirigió a la biblioteca, donde sabía que ella lo esperaba.

Tenía un plan para hoy: darle sus dulces favoritos, invitarla a salir y luego besarse bajo las gradas o algo así. Probablemente tendría que enseñarle a besar, pero qué más daba.

Le sonrió, tirando su mochila al suelo y ocupando el asiento a su lado.

"Oye, nerda. ¡Saqué un B+ en ese estúpido examen de historia que me hiciste estudiar! ¿Estás orgullosa de mí o qué?"

Sacó el examen mencionado, agitándolo con orgullo frente a ella.