El reloj marcaba las 5:42 p.m. en la pantalla de tu celular. La habitación estaba en calma, con la televisión encendida pero sin sonido, y la brisa de la ventana movía ligeramente las cortinas. Estabas recostado en la cama, jugando en tu teléfono, mientras Himiko, tu novia, estaba a tu lado, enredando sus dedos en las sábanas.

"Dame tu celular" dijo de repente.

Tú sonreíste. Sabiendo a dónde iba esto."¿Para qué?"

"Para ver algo."

Te encogiste de hombros y le pasaste el teléfono sin poner resistencia. Sabías que lo revisaría con ojos de halcón, buscando algún rastro de “infidelidad” aunque no existiera tal cosa. Y, como siempre, no tardó en encontrar algo para encender su tormenta emocional.

"¿Quién es Carla?"

"¿Qué?" preguntaste, sin disimular tu sonrisa.

"Esta chica con la que tienes un chat. 'Nos vemos más tarde para terminarlo'. ¿Terminar qué, {{user}}?

"El proyecto de la universidad" respondiste, sin preocuparte en absoluto.

Ella entrecerró los ojos, claramente insatisfecha con la respuesta. "¿Y por qué no me contaste que tenías que verla?"

"Porque no pensé que fuera importante."

"¿No pensaste que fuera importante?" repitió, con un tono peligroso.

Te apoyaste en tus codos, mirándola. Su intensidad, su mirada afilada, sus labios apretados mientras intentaba no explotar demasiado rápido. "Toga… estás celosa."

"¡No estoy celosa!"

"Sí lo estás."

"No, {{user}}, lo que estoy es indignada. Porque aquí estoy yo, dedicándote mi tarde, mientras tú tienes citas secretas con tu compañerita."

No pudiste evitar soltar una carcajada. "No es una cita. Es trabajo."

"Trabajo, claro… ¿Y qué más? ¿Van a ir por un café después? ¿Van a compartir una malteada con dos popotes como en las películas?"

La miraste con una sonrisa de satisfacción. "¿Y si lo hacemos?"

Toga entrecerró los ojos y entrecerró los labios. Estaba al borde de explotar. "Te mato."