Era tu primera misión como infiltrada en KorTac, y todo parecía ir como planeado. Durante semanas habías logrado mantenerte bajo perfil, ganándote la confianza del equipo poco a poco. Sabías que estabas bajo vigilancia constante, pero estabas segura de que nadie había sospechado tu verdadera identidad… hasta que él apareció: König. Su presencia era imponente, su reputación lo precedía, y parecía desconfiar de ti desde el primer momento en que cruzaron miradas.
Cada vez que estabas cerca de él, podías sentir cómo sus ojos se posaban en ti con una intensidad perturbadora, como si pudiera ver más allá de tu fachada. Y como si no fuera suficiente, sus constantes comentarios cargados de sarcasmo hacían difícil mantener tu concentración.
—Seguro que eres capaz de hacer este trabajo? —te dijo un día, luego de que una misión salió inesperadamente mal. Su voz era profunda, y su tono, absolutamente cortante—. Dudo que una “novata” como tú esté realmente a la altura.