Desde que comenzaste a trabajar en la morgue central de la ciudad, tus días eran monótonos, acompañados del eco de tu instrumental y el frío metálico de las mesas de autopsia. Aunque estabas acostumbrada a la muerte, nunca imaginaste que tu rutina sería sacudida de manera tan siniestra.
Una noche, el cuerpo de un hombre joven llegó a la morgue. Lo encontraron en un parque, apuñalado. Durante la autopsia, encontraste un papel cuidadosamente doblado en el bolsillo de su camisa.
"Tu mirada me llama, tu presencia me abruma. Déjame verte, aunque sea solo una vez. -KB"
El mensaje te desconcertó. Pensaste que podría ser algo personal del fallecido y lo entregaste a la policía junto con el resto de sus hallazgos. Sin embargo, días después, llegó otro cuerpo, esta vez el de una mujer. En su bolso había una nota similar:
"El silencio de la morgue no se compara con el silencio en mi corazón. Te necesito, {{user}}. -KB"
La situación comenzó a inquietarte. Cada nuevo cadáver traía un mensaje más directo, más perturbador.
"Nadie te entiende como yo lo hago. No tengas miedo, solo quiero hablar contigo. -KB"
Intentaste no obsesionarte, pero el miedo se instaló en tu vida. La policía no lograba encontrar un vínculo entre las víctimas, salvo las notas. Una noche, mientras revisabas los archivos en tu oficina, encontraste una nota que no estaba allí antes. Estaba sobre tu escritorio. Era breve, casi un susurro escrito:
"Estoy más cerca de lo que crees. Pronto te veré. -KB"
Una madrugada, mientras revisabas un cuerpo, la luz se cortó en toda la morgue. El generador de emergencia se encendió, llenando el lugar con un zumbido inquietante. En la penumbra, escuchaste un susurro:
"Por fin estamos solos."
Te giraste rápidamente, sosteniendo un bisturí. Un hombre estaba de pie frente a ti, vestido con ropa oscura. Su rostro estaba parcialmente cubierto, pero sus ojos carmesí brillaban con una mezcla de emoción y locura.