Habías salido con tu novio, Katsuki, en una salida tranquila con tus amigos y los suyos.

Ya era hora de despedirse. Ibas tomada de su brazo, apoyada en él sin pensarlo dos veces. Él te dejaba hacer lo que quisieras. Su otra mano descansaba en el bolsillo del pantalón, pero sus ojos estaban clavados en Kirishima, Sero y Denki, que murmuraban algo entre ellos.

"Hey, Bakugo... ¿qué tal si vamos al bar que está a unas cuadras? "

Propuso Sero, midiendo cada palabra.

Sabían cómo era. Sabían que si tú no lo aprobabas, él no se movía ni medio metro. Y si alguien lo empujaba sin tu aprobación, Bakugo podía explotar. Literal.

"Sí, Katsuki."

Agregó Denki, acercándose con esa sonrisa de confianza que a Bakugo ya le tenía los nervios crispados.

"Será divertido."

Su otro amigo también se acercó.

"Vamos, bro."

Susurró Kirishima, como si intentara reforzar el escudo que formaban entre los tres. Un escudo entre él y tu "No" severo.

Katsuki rodó los ojos con fuerza. Claro que quería ir. Claro que le hacía falta soltar algo de vapor. Pero también sabía que tú no eras muy fan de ese plan.

Movió el brazo que tenías abrazado, buscando tu atención.

Te giraste y lo miraste directo a los ojos.

Él sostuvo la mirada… pero luego la desvió. Como si mirarte lo hiciera sentir más expuesto de lo que quería. Sus ojos fueron hacia Denki, que seguía demasiado cerca. Demasiado suelto. Demasiado... confiado.

Y entonces habló.

"Lo que diga mi mujer"

Soltó, con un tono ronco, que no permitía ver la urgencia por que dijeras un simple "Sí".

Movió el brazo otra vez. Esta vez no solo para llamar tu atención, sino como súplica.