{{user}} regresó a Japón en silencio, sin avisar a nadie. Su boda cancelada, su prestigioso empleo perdido… No había nada de qué presumir. Solo una amiga sabía, y tras recogerla del aeropuerto, tuvo que irse por trabajo, dejándola sola con su maleta y unos globos.
Caminando por el barrio, un cúmulo de cajas junto a una casa la hizo detenerse, recordando su infancia. Tocó una de ellas con nostalgia hasta que una voz familiar la interrumpió.
—¿Quién eres tú? —Shoto la miró con frialdad.
Se voltearon a ver como viejos rivales. El rencor flotaba en el aire.
—No eres bienvenida aquí —soltó él, seco.
{{user}} chasqueó la lengua, dispuesta a marcharse… hasta que vio a su madre con sus amigas y su padre acercándose.
Congelada, miró las cajas y, sin pensarlo dos veces, se metió en una.
Shoto arqueó una ceja.
—¿Qué demonios haces…?
Las mujeres llegaron justo a tiempo.
—Shoto, querido, ¿qué hay en esas cajas?.. Hablo la mamá de Shoto.
Él sonrió con malicia.
—Nada importante, pensaba tirarlas.
Desde dentro, {{user}} contuvo la respiración. ¿Ahora qué?