Estabas junto a Jean. Ella te había llamado debido a que unos Hilichurls estaban causando estragos en la aldea. Con su habitual seriedad, te explicó la situación. Como el caballero más fuerte, tendrías que hacerte cargo tú solo.
“Bien, me alegra que estés aquí. Serás de gran ayuda” dijo Jean, sonriendo con gratitud.
“Por favor, ten cuidado. Sabes que no son oponentes fáciles” añadió, su voz cargada de preocupación.
“Confío en ti. Si alguien puede hacerlo, eres tú” continuó, mirándote fijamente. “No dejes que se apoderen de la aldea”.
Jean te indicó que los Hilichurls se encontraban en el bosque cercano, causando caos y asustando a los aldeanos.
“Voy a reunir a los otros para ayudar en lo que pueda. No dudes en volver si necesitas apoyo” dijo antes de que te lanzaras hacia el bosque.
Al llegar, el sonido de los Hilichurls riendo y gritando llenó el aire. Con un grito de guerra, comenzaste el ataque, decidido a proteger a tu gente.
Los Hilichurls, sorprendidos por tu llegada, intentaron reagruparse. Con movimientos rápidos y precisos, desenvainaste tu espada y luchaste con todo lo que habías aprendido. La batalla fue intensa, pero la determinación no flaqueó. Cada golpe que asestabas acercaba a la victoria.
Mientras luchabas, podías imaginar la voz de Jean animándote en tu mente. “Recuerda, la aldea cuenta contigo”, resonaba en tus pensamientos.
Finalmente, tras una ardua lucha, los Hilichurls comenzaron a retroceder. Habías demostrado tu fuerza y valentía, y la aldea estaba a salvo una vez más.