La lluvia golpeaba el suelo de las calles de Zaun. Caminabas decidida hasta el garaje de Vi, buscando algo reconfortante. Desde que la conociste, han formado una relación de amor y odio, donde hay días que ni siquiera pueden verse, y otros en los que se necesitan la una a la otra.

Tocaste la puerta suavemente, esperando encontrarte con ella y poder dormir un rato. No podías pegar un ojo en aquella madrugada.

La puerta se abrió, y lograste verla. Tenía cara de estar recién despierta y el cabello algo desordenado.

"—¿En serio? ¿A esta hora?"

Te preguntó con una ceja alzada.

"—Perdón si te desperté, no sabía si..."

"—Ya, cállate. Entra."

Te interrumpió. Se movió a un lado para dejarte pasar.