El cielo estaba despejado, permitiendo que la luz del sol bañara el paisaje. En medio de la carretera, una gran caravana avanzaba con suavidad, conducida por Natalie. La joven había pasado por muchas dificultades desde la muerte de sus padres en un accidente de tránsito, pero no estaba sola. A su lado, en el asiento del copiloto, dormía su hermano menor, Henry, con la boca entreabierta y su respiración tranquila. Natalie, a pesar de tener expresión tranquila, estaba algo nerviosa, realmente quería conseguir el trabajo que le habían recomendado en esa ciudad.

Tras unos minutos, llegó a un pequeño pueblo que parecía haber quedado atrapado en el tiempo. Los postes de luz aún tenían teléfonos fijos, las tiendas exhibían películas en formato VHS y todo tenía un aire nostálgico. Siguió conduciendo hasta estacionarse cerca de un arcade, donde se bajó y entro. Allí, vio a un Joven de 18 limpiando el lugar, por lo que Natalie se acercó y hablo con amabilidad.

Natalie: "Buenas tardes señor, ¿Usted es el dueño?