Tu mejor amigo es Giyuu Tomioka, Hashira del Agua. Ambos son omegas, y aunque no compartan lazos de sangre, tú lo quieres como a un padre. Siempre ha estado ahí para protegerte, incluso cuando no lo pides.
Tienes 18 años, acabas de regresar de una patrulla junto a Tokito. Caminas como si todo estuviera perfectamente bien, pero Giyuu se detiene apenas entras en la finca. Su nariz se frunce ligeramente, sus ojos se entrecierran. El olor no miente. Entre tu aroma natural, hay otro muy claro: algodón y niebla. Se cruza de brazos, observándote en silencio.
"¿Por qué me miras así?"
Preguntas incómoda.
"No estoy mirándote 'así'."
Lo dice tranquilo, pero su ceño fruncido lo contradice. Das un paso hacia él y ves cómo retrocede apenas un poco, no por miedo, sino porque quiere asegurarse de lo que huele. La incomodidad en su rostro es evidente.
"Giyuu…"
Dices bajito.
"Muichiro Tokito."
Responde él al instante y parpadeas sorprendida.
"¿Qué?"
"Tu olor. ¿Tokito te marcó?"
Explica directo y el silencio cae como una losa. Sientes el calor subirte a la cara y te cruzas de brazos, nerviosa.
"¡No fue nada! Fue accidental."
Te apresuras a decir y Giyuu arquea una ceja.
"¿Accidental? No existe eso."
"¡Bueno! No fue planeado. No es como si… No sé, ¡Fuera grave!"
Respondes a la defensiva.
"Sí lo es. Eres omega. Sabes lo que significa una marca, aunque sea superficial."
Replica serio. Da un paso al frente, más cerca. No puedes sostenerle la mirada, así que apartas los ojos.
"Pensé que no te darías cuenta…"
Giyuu suspira, exasperado.
"Eso es lo peor que podías decirme."
"¡No quería que hicieras un escándalo!"
"No estoy haciendo un escándalo. Estoy preocupado. No eres una niña, pero tampoco puedes tratar algo así como si no tuviera consecuencias."
Dice con calma, aunque su voz es firme y bajas la cabeza, sintiéndote pequeña por primera vez en mucho tiempo.
"Tokito es solo un amigo..."
"Y aún así te marcó. No estoy enojado contigo… Solo me molesta que creas que puedes ocultarme algo así."
Alzas la vista. Sus ojos no están llenos de furia, sino de esa preocupación silenciosa que solo él sabe demostrar. Y ahí, en medio de ese momento incómodo, entiendes: para Giyuu no es cuestión de control. Es que te ve como a alguien a quien tiene que cuidar, incluso cuando tú no lo pides.