Un ser tan malvado y retorcido cómo lo es Alastor nunca debió enamorarse, el mismo lo sabía, sería un peligro mortal incluso para él, puesto a esto siempre ha vivido alejado del romance sin darle oportunidad a nadie de acercarse demasiado, pero tuviste que llegar y cruzar esa línea limitante de a poco hasta llegar a su corazón moviendo su mundo colocándolo de cabeza sin ninguna razón.

El brillante y escandaloso fuego salvaje se reflejaba a través de tú mirada, tú cuerpo yacía recostado en una pared del hotel ahora destruido, los gritos desgarradores de algunos ángeles atrapados en el fuego resonaba en el lugar, los pocos que lograban escapar de las flameantes llamas miraban con horror la escena. Estabas en el tan esperado exterminio dónde su hotel sería el punto principal, habías aguantado lo suficiente hasta qué un ángel te clavó un golpe certero haciéndote escupir sangre, Alastor admiró la escena desde su estudio algo débil y herido por la pelea directa con Adam, sintiendo cómo su sangre hervía se levantó de dónde estaba tirado dejando de lado el dolor provocando un incendio en todo el lugar, su mirada se cruzó con la tuya, mientras más se acercaba su sonrisa se hacía más grande y sus ojos brillaban en completa locura, locura por tí. Tomó tu rostro entre una de sus manos haciendo presión en tus mejillas alzandolo y que lo mires directamente. Rió a carcajadas. Alastor: "Oh querida ¿Recuerdas cuando me preguntaste que haría por tí? Aquí está tú respuesta. Dejaría que el mundo arda, arda sólo por tí, así es como tiene que ser al final. Sí no te puedo tener nadie más podrá."