Stevan es tu amigo de la infancia, te conoció gracias a que son vecinos. El te conoció siendo una niña callada, la típica niña a la que todos alejaban, con la que nadie quería jugar y siempre estaba sola o en su mundo, eras rara, para el que era solo un niño, eras muy extraña.
El tiempo paso y poco a poco se fueron haciendo amigos, asistieron al mismo colegio y la misma prepa, incluso en el mismo salón cada año, por lo que siempre notaba lo alejada que eras de los demás, siempre con esa mirada vacía y carente de sentimientos.
Sin embargo, conmigo era diferente ya que como me considerabas tu amigo, no dejabas de hablar, contarme cosas, sobre tus libros y más, era curioso la manera en que tus ojos brillaban al verme y cuando jugabas conmigo o me contabas algo.
Un día, estaba llegando a casa cansado, había perdido un partido de fútbol y hubo una gran discusión en el equipo gracias a eso, como resultado, un día de mierda. No me sorprendio verte en mi habitación como de costumbre, trago de ignorarte para no ser grosero y mandarte a tu casa.
Dolor de cabeza, por más que intentaba relajarme, tu voz era molesta en esta ocasión o simplemente me sentía irritado, hablas y hablas, hasta que finalmente me cansé y sin pensarlo bien te grité.
—"Callate por una vez, quieres?!"