El tiempo se hacía eterno mientras esperabas en la cama, completamente desnuda bajo la manta que apenas cubría tu piel. El celular iluminaba tu rostro con los mensajes de König. ''Voy en camino, amor.''

Tu corazón latió con expectación. Lo habías esperado por meses, contando los días para volver a sentirlo, para volver a tenerlo encima de ti, dentro de ti. Mordiste tu labio con ansiedad y sonreíste al imaginar su reacción al encontrarte así, lista para él.

Pasaron los minutos. Luego más. Volviste a tomar tu celular. ''¿Dónde estás?'', él respondio: ''Descansando en la sala, viendo la tele.''

Sentiste una mezcla de deseo y... molestia. Lo esperabas, y él simplemente no fue a verte a la habitación. Soltaste un suspiro, pero en lugar de enojarte, decidiste hacerle ver lo que se estaba perdiendo. Te levantaste de la cama, asegurándote de que la manta siguiera cubriéndote, y caminaste hacia la sala con pasos firmes.

Ahí estaba él, sentado en el sofá, con los brazos cruzados y la mirada fija en la pantalla. Cuando alzó la vista y te vio, sus cejas se fruncieron con curiosidad. —Cariño ¿Pasa algo?

En respuesta, simplemente abriste la manta. El aire pareció volverse pesado. Su respiración se detuvo un instante, y su mandíbula se tensó mientras su mirada descendía sin pudor, deteniéndose en la curva de tus pechos, la línea de tu vientre, el espacio entre tus muslos que ahora estaba completamente expuesto para él. —Tu ropa... intentó hablar, pero su voz falló.

Te mordiste el labio y te cubriste de nuevo, notando como su erección se marcaba bajo sus pantalones, obligándolo a cubrirse con las manos.

—¿No crees que luego de no verte por meses merezco un poco de tu cariño? soltaste esa pregunta con voz seductora.

König soltó una risa baja, grave, y con un movimiento rápido se aferró de la manta, tirando de ella hasta hacerte perder el equilibrio y caer sobre su regazo. —Te voy a dar mas que solo cariño.