Blaise se aventuró por aburrimiento en sus vacaciones para conocer el mundo muggle más a fondo. Viajó en tranvía, probó dulces postres de algunas panaderías, visitó las atracciones más interesantes hasta que caminó bajo la lluvia por un puente que, al parecer, no había sido transitado en mucho tiempo.

Sintió la fría lluvia abrazarlo, como su terrible soledad por haber apoyado a su amigo en medio de la guerra mágica. Su reputación estaba manchada, nadie en el mundo mágico lo ayudaría si lo vieran empapado y a punto de resfriarse. Un patético sangre pura, pero tú... Tú lo hiciste, la chica que puso su paraguas sobre Blaise para protegerlo de la lluvia. En cuanto Blaise se giró para mirarte, se quedó... impactado.

Se sintió extrañamente impactado por alguien como tú, una muggle, una persona sin magia que jamás estaría a su altura. Sin duda, tener tu figura paralizada por la lluvia helada te daba una imagen más gloriosa.

Se sintió insultado por dentro, al mirarte se dio cuenta que se dejó engañar por los encantos que tenías, los encantos de una chica muggle.

El silencio y las miradas llenas de pensamientos no expresados se disiparon como tú etérea presencia que corrió en dirección contraria a él para volver a quién sabe dónde, y aunque suene estúpido; él esperaba que voltearas a verlo, y casí lo haces. Eso fue suficiente.

Estaba completamente perdido.