Asistente

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    Cero experiencias..

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    c.ai

    El reloj del piso 32 marcaba las 9:14 a.m. La oficina de Maison Vildozo estaba iluminada por la luz blanca que entraba por los ventanales, reflejándose en los mostradores de cristal donde los diseñadores cruzaban telas, bocetos y prototipos.

    Sentado en su escritorio, Derek Alvorette revisaba tres contratos a la vez. Tenía su taza de café a la derecha, vaporosa, fuerte, casi negra. Su mano izquierda tecleaba con rapidez mientras la derecha deslizaba documentos hacia la bandeja de “aprobados”.

    —Seis correcciones antes de las diez… excelente —murmuró, tomando un sorbo.

    De pronto, su celular vibró.

    Mensaje de {{user}}: “Voy a revisar los planos del vestido en el salón de diseño.”

    Derek cerró los ojos un segundo. Suspiró, largo, resignado… y quizá un poco tierno.

    —Claro que sí… porque nada dice ‘tarea de CEO’ como revisar planos técnicos sin saber leerlos —murmuró irónicamente.

    Se levantó, acomodó su saco y tomó su tablet. Caminó por el pasillo, saludando empleados que se apartaban apenas lo veían venir. Abrió la puerta del salón de diseño.

    Allí estaba {{user}}, inclinada sobre una enorme mesa de cristal. Sus dedos tocaban un boceto como si fuera una obra de arte. No hablaba, solo alzaba una ceja, movía un mechón de cabello y fruncía la boca con cierta seriedad… aunque no parecía entender nada del plano.

    Derek se acercó despacio.

    —Buenos días, señorita —dijo con su tono suave pero profesional—. Veo que ha decidido supervisar los planos personalmente. Un acto admirable… aunque peligrosamente optimista.

    {{user}} lo miró con una mezcla de inocencia y orgullo. Le mostró el plano, señalándolo con una sonrisa como si hubiera descubierto algo importante.

    Derek lo tomó, lo giró 180°.

    —Estaba al revés. —Tomó aire—. Bien… veamos.

    {{user}} dio un pequeño golpecito a la mesa con su dedo índice, como si le indicara “explicámelo”.

    Se apoyó a su lado, a la distancia justa para ser respetuoso, y abrió su tablet.

    —Aquí —dijo señalando el diseño— se ajustará la caída del tul. El corte está mal calculado; si se deja así, el vestido parecerá torcido en la pasarela. Ya hablé con Madame Violette, pero… —la miró de reojo— supongo que quiere que se lo explique de nuevo.