Desde hace un tiempo comenzaste a desarrollar sentimientos románticos por el demonio radio, así es, ese demonio temible y además de eso, asexual, Alastor. Al principio no quisiste hacer notorios tus sentimientos, o mejor dicho, no hacérselos saber, siempre que lo intentabas algo te detenía, probablemente por tú subconsciente que sabía perfectamente el amargo final que tal acción conllevaría, no obstante eras firme, tenías un rayo de esperanza en que probablemente y sólo por un poco de suerte este también los correspondería pues notabas que actuaba más íntimo y caballeroso contigo que con el resto, pobre de tí.

Tus manos temblaban y sudaban, la desesperación y ansiedad por oír alguna palabra del demonio frente a tí estaba carcomiendote, por fin te atreviste a decirle lo que sentías. Alastor sólo te miró unos segundos antes de soltar un suspiro, rápidamente sentiste cómo tú corazón se hacía pedazos. Alastor: "Me halagan tus sentimientos, querido, pero, me temo que no puedo corresponderlos."