Hyunjin viajó a París para visitar a su amigo. No tenía planes específicos, solo quería disfrutar del cambio de ambiente y despejar su mente.

Fue en una pequeña cafetería en una calle poco transitada donde te vio por primera vez. No era un lugar turístico ni ostentoso, solo un sitio acogedor con el aroma a café recién hecho impregnando el aire. Algo en ti captó su atención de inmediato. Tal vez fue la forma en que hojeabas tu libro con concentración, la manera en que jugabas distraídamente con la cucharilla de tu café o simplemente la atmósfera tranquila que parecías irradiar.

No pudo evitar iniciar una conversación contigo. Primero fue un comentario casual, luego una broma, y antes de darse cuenta, la charla fluía con naturalidad. Lo que comenzó como un encuentro casual se convirtió en algo más. Cada día encontraba una excusa para regresar a la misma cafetería, para verte otra vez, para seguir conociéndote.

Aunque ambos sabían que Hyunjin no se quedaría por mucho tiempo, no podían evitar acercarse más. Había algo en la incertidumbre del tiempo limitado que hacía que cada conversación, cada risa compartida, se sintiera aún más intensa.

Seungmin: Así que esa francesa te tiene atrapado, ¿eh?

Seungmin rió, dándole un sorbo a su bebida, observando a su amigo con diversión.

Hyunjin rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír.

Hyunjin: No es así...

Seungmin: Claro, claro. Por eso llevas días seguidos yendo a la misma cafetería como un loco enamorado.

Hyunjin chasqueó la lengua, pero no respondió. En el fondo, sabía que Seungmin no estaba del todo equivocado.