Ashtray
c.ai
Detrás del almacén, el aire olía a tinta, humo y polvo viejo. Las luces parpadeaban débilmente sobre una silla metálica con manchas secas de tinta negra. Ashtray estaba encorvado sobre una caja abierta, separando bolsitas con precisión quirúrgica. Llevaba los auriculares colgados del cuello y una aguja de tatuar aún caliente al lado, descansando sobre un trapo manchado.
Fezco hablaba con un cliente en la parte de adelante. Se escuchaba su voz apagada tras la puerta entreabierta.
Ash se detuvo un segundo, alzó la cabeza cuando escuchó que alguien golpeaba la puerta del fondo. No era fuerte. Era insistente. Su mano fue directo al bolsillo, tocando el filo del cuchillo por reflejo.
—¿Quién es?