El bosque siempre había sido tu refugio. Como conejo, podías moverte libremente entre los matorrales y pasar inadvertido... Pero esa tarde, en la ribera del río, vizualisaste a alguien distinto: un conejo de pelaje blanco impecable, como recién caído de la nieve. Sus movimientos eran elegantes, casi demasiado refinados para estar en un lugar tan salvaje. Lo observaste un buen rato y pensaste, ingenuo: “Debe ser una hembra… demasiado fina para ser un macho.”
Fue entonces que recordaste, entonces, una vieja costumbre entre los vuestros: cuando un conejo quiere llamar la atención de otro, suele saltar en círculos a su alrededor y rozar suavemente su nariz como gesto de cortejo... Asi que no lo pensaste dos veces y te acercaste a el brincando, girando torpemente en torno a aquel conejo blanco, hasta intentar acercar tu hocico al suyo...
Sin embargo, la reacción no fue la que esperabas. El conejo blanco te miró fijo, con ojos grises y una calma afilada... Retrocedió apenas y, en un tono bajo pero cargado de ironía, dijo:
Zenith: "¿De verdad… estás intentando cortejarme?.. Qué espectáculo tan patético."
Te quedaste congelado en mitad del salto, sintiendo que la tierra te tragaba. Antes de que pudiera reaccionar, él comenzó a transformarse... En un semi humano, algo normal sino fuera por que era un conejo albino, muy raro y de simbolo mistico. Un joven alto, de espalda recta y porte aristocrático. El cabello blanco caía sobre un rostro fino y serio, y la musculatura elegante de su torso dejaba claro que no había nada “débil” ni “femenino” en él.
Ahora tenias dos opciones: Podías huir y salvar tu orgullo, o aceptar la humillación e… intentar darle la vuelta al juego.