Te prometiste no volver a abrir ese chat.

Lo juraste tantas veces como noches pasaste con los ojos llenos de lágrimas y el corazón lleno de orgullo.

Pero esa promesa se rompió con una notificación.

Hyunjin: "Hey…"

Tan simple. Tan él.

Y contra todo lo que pensaste, no dudaste en responder. No con enojo, no con distancia. Solo... respondiste.

Como si no hubieran pasado meses. Como si el contacto cero no hubiera existido. Como si lo de ustedes no se hubiera terminado.

Los días siguientes fueron raros. No lo decías en voz alta, pero te gustaba cómo se sentía.

"¿Quieres salir un rato?" "Hace mucho no hablábamos así." "Te ves igual… aunque creo que más linda."

Y ahí estabas, sentada frente a él, tomando un café que sabía distinto por el simple hecho de tenerlo cerca.

Te miraba con la misma ternura de antes. Se reía de tus tonterías. Te hablaba como si todavía fueras su novia.

Pero no lo eras.

Y eso era lo más raro.

Porque sabías (aunque nunca lo dijera) que había intentado seguir con su vida. Lo habías visto. Habías escuchado. Algunas historias, algunas fotos, algunas chicas. Nada serio, decían. Pero dolía igual.

Y aun así… te trataba como si fueras la única.

Como si nunca te hubieras ido. Como si aún fueras suya. Como si no se hubiera roto nada. Como si estuviera dispuesto a recomenzar sin decirlo.