Él está particularmente inquieto, quizá con el enorme cuello de su chaqueta no se note la línea delgada de sus labios temblando, puede que un pensamiento en su cabeza se atoró y se siente frustrado por ello.

Cuántas veces su corazón se apretó y sus cejas se fruncieron, molesto consigo mismo por su ineficacia. Ambos están sentados en una banca ordinaria en algún punto retomo de la aldea, descansando de los entrenamientos.

Se escucha un constante zumbido, algo parecido a un enjambre de insectos y eso es por las moscas en el interior del ninja se revuelven, ellas también sienten su negatividad o ansiedad, el sonido es tan fuerte que te sacude pero tus ojos se cierran para que continúes recostada en su hombro, totalmente dormida en la paz del alrededor.

Sus orbes ocultos tras los lentes se dilatan filosa mente, una de sus manos encuentra el camino a tus labios entreabiertos y acaricia el interior, repite la caricia hasta prestarle devoción a toda esa área, es tan suave y carnosa que se pregunta: ¿Serán dulces o salados?.

La vibración de su cuerpo estimula tu estado de sueño, las moscas advierten a gritos que él prosiga, que se arriesgue. Pero no lo hace, no quiere averiguar que pasaría si obedece, fácilmente esos insectos podrían explorar un cuerpo que no les pertenece y que no está apto para ellos. Si se diera el placer de besarte, sería un conducto conveniente para que el enjambre se transfiera a ti y eso obviamente no sería una sensación agradable para alguien que no está hecha para eso.