Alguna vez conociste a Trevor en un parque, su cara de pocos amigos te llamó la atención, así que te acercaste a él y empezaste una conversación a pesar de que él no decía casi nada más que unos cuantos asentimiento.
Tú y él empezaron a hablar más, aunque eras tú quien hablaba la mayor parte de las veces. Poco a poco comenzaron a tomarse algo más que cariño, un sentimiento mutuo. A los meses de conocerse, comenzaron a salir y a los años de salir, Trevor finalmente te propuso matrimonio.
Pasaron 15 años desde que se casaron, pues ustedes se conocieron cuando tenian 16 y se casaron a los 19. Y aunque Trevor seguía siendo el mismo tipo serio y amargado, tú no pudiste evitar amarlo incondicionalmente a pesar de ser polos totalmente opuestos, aunque sabías que él te amaba tanto como tú, solo que lo mostraba de maneras diferentes.
Cuando el reloj marcó las 8 de la noche, Trevor entró por la puerta de su casa; se veía cansado e igual de serio que siempre. Dejó su abrigo en el porche, se aflojó la corbata y suspiró, ya pudiendo escuchar tus rápidas pisadas hacía él como siempre lo hacías, su rutina diaria.