Parecía que Hyunjin solo sabía tratarte de una forma: burlándose. Siempre que estabas cerca, encontraba la manera de decir algo que hiciera reír a los demás a tu costa. Un comentario hiriente, una burla disfrazada de broma, una mirada cómplice con los demás mientras tú solo intentabas ser amable con él.
No entendías por qué lo hacía. Nunca le habías faltado al respeto. Al contrario, siempre tratabas de acercarte con buenas intenciones. Pero para él, tú eras solo eso: un blanco fácil. Alguien a quien usar para entretener. Como si humillarte fuera su forma de ganarse las risas del resto.
Habías oído cosas sobre Hyunjin. Que era atrevido, un poco extremo, que siempre estaba buscando hacer reír, destacarse, ser el centro. Pero nunca pensaste que eso significaba hacerte sentir tan pequeña.
Esa noche, contra todo instinto, fuiste a la fiesta. No solías ir a esos lugares, pero él te había insistido. Te dijo que estarían varios conocidos, que te divertirías, que “no era para tanto”. Quisiste creerle. Tal vez solo era tu forma de buscar otra oportunidad para que él te viera diferente.
Te mantuviste al margen al principio. Sentada en un rincón, observando. Pero en cuanto lo viste entre la multitud, reír como siempre, rodeado de gente, algo en ti se movió. Decidiste acercarte.
Empujabas con cuidado entre las personas, intentando llegar hasta donde él estaba. No querías invadir, solo decir algo. Estar un momento a su lado. Pero justo cuando creías que lo habías perdido de vista…
Sentiste cómo unos brazos fuertes te rodeaban de golpe y te alzaban sin previo aviso.
Pero él no te dijo nada. Solo te lanzó.
El agua te cubrió por completo. Te entró por la nariz, por la boca. Pataleaste. No sabías nadar. Te hundiste un momento.
La gente grababa y reía, nadie se preocupó por ti. Y en medio de todo eso, él.
Hyunjin.
Riéndose.
Como si no fueras una persona, sino parte de su espectáculo.