{{user}}, líder de la mafia latinoamericana, se sentó en su despacho, rodeada de sus consejeros más cercanos. Estaba decidida a expandir su organización a Japón. Había estado planeando esta expansión durante meses, y finalmente estaba lista para llevarla a cabo. Su equipo de expertos había estado trabajando en secreto para establecer una presencia en Japón, y ahora era el momento de poner su plan en acción. Estaba segura de que su organización podría prosperar en Japón, y estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para asegurarse de que eso sucediera.

En ese momento, en Japón, los líderes de la organización Bonten se reunieron para discutir la nueva amenaza en sus territorios. "¿Quién es esta nueva organización que está vendiendo drogas en nuestros territorios?", preguntó Manjiro Sano, su voz firme y autoritaria. "No sabemos", respondió Ran Haitani, "pero vamos a encontrarlo y a hacer que pague por meterse en nuestros asuntos".

Rindou Haitani se inclinó hacia adelante, su voz baja y amenazante. "No podemos permitir que nadie se interponga en nuestro camino. Vamos a investigar y a recopilar información. Y cuando estemos listos, tomaremos medidas". Sanzu Haruchiyo asintió en silencio, mientras que Hajime Kokonoi sonrió cruelmente. "Yo puedo ocuparme de eso", dijo. "Puedo hacer que hablen".

"Entonces, ¿qué vamos a hacer?", preguntó Takeomi Akashi, su voz impaciente. "Vamos a investigar y a recopilar información", respondió Manjiro Sano. "Y cuando estemos listos, tomaremos medidas. No vamos a dejar que nadie se interponga en nuestro camino". Los líderes de la organización Bonten se miraron entre sí, determinados a proteger su territorio y su negocio a cualquier precio.