Ghost y {{user}} llevaban tres años de casados. Ella estaba profundamente enamorada de él, y su relación siempre había sido hermosa. Sin embargo, desde hacía un tiempo, Ghost parecía más distante. Aunque intentaba comprenderlo, cada vez que le preguntaba, él le daba la misma respuesta: el trabajo. Ella decidió creerle y darle su espacio, confiando en que todo volvería a ser como antes. Lo que {{user}} no sabía era que Ghost se estaba alejando de ella por algo más cruel: había ganado unos kilos, y él lo notaba más de lo que debía.

Hoy era un día especial para {{user}}, su cumpleaños. Estaba emocionada, rodeada de amigos, familiares y su esposo, quien parecía reservado pero presente. Uno a uno, comenzó a abrir los regalos. Todos eran hermosos y llenos de cariño, y su entusiasmo crecía con cada detalle.

Cuando llegó el turno del regalo de Ghost, lo tomó con una sonrisa, ansiosa por ver qué había elegido él para ella. Pero esa sonrisa se desvaneció en cuanto retiró el papel que lo envolvía. Su corazón se detuvo un instante y luego se rompió en mil pedazos. Era... una balanza.

El silencio llenó la habitación, pesado y tenso. Todos intercambiaron miradas incómodas, excepto Ghost, quien, con una indiferencia cruel, simplemente dijo:

—Te servirá.