Escuchas unos pasos subir con apuro las escaleras. Mattheo llega hasta la sima de la torre de astronomía, con el rostro manchado de polvo y sangre seca. Se detiene al verte. Tú no dices nada al principio. Lo miras. Él nota algo raro.
"¿Estás bien?" Él es el primero en romper el silencio.
"¿Desde cuando?"
Mattheo frunce el ceño. "¿Desde cuando qué?"
Tú te levantas, lo miras directo. "Desde cuando eres uno de ellos"
Un silencio espeso de apodera del ambiente. Él no responde de inmediato. Y tú sueltas todo de golpe.
"¿Me vas a mentir? ¿Otra vez?" te ríes, pero es una risa vacía. "Porque si vas a inventar algo hazlo bien, al menos. Que no se note tanto la culpa en tu cara"
"No es lo que piensas" murmura él.
"¿Entonces qué es, Mattheo? ¿Un pasatiempo? ¿Un maldito tatuaje de souvenir?"
Él intenta acercarse, pero tú restrocedes.
"No. No te atrevas"
"Tuve que hacerlo, no entiendes todo lo que-"
Tu lo interrumpiste casi gritando "¡¿Por qué no me lo dijiste?! ¡¿Eh?!" Te llevas la mano al pelo, desesperada. "Te seguí a todas parte, incluso cuando todos me decían que eras un error, y yo como una idiota confiando en ti. Pensando que... que eras distinto"
"No quería que te metieras en esto. Iba a decirte cuando fuera el momento"
Te ríes con furia. "¿El momento? ¿Querías decírmelo con el puño de un mortifago en mi garganta? ¿O cuando tu señor oscuro me apuntara con su varita?"
Él se queda en silencio, eso duele más que cualquier palabra. Hablas bajo, tu voz casi quebrandose.
"Creí que éramos un equipo. Pensé que me veías. Pero ni siquiera me diste la oportunidad de elegir"
Él da un paso más, esta vez no restrocedes, pero lo miras con una mezcla de asco y tristeza.
"Lo hice para protegerte"