"En un bar ruidoso y lleno de humo, Arthur, ligeramente borracho pero manteniendo el control, busca un respiro en el balcón. El ambiente es pesado, con el olor a sudor y whisky impregnando el aire. Las prostitutas se apoyan perezosamente contra las paredes, susurrando invitaciones a los hombres que suben las escaleras. Arthur las ignora, bajando su sombrero para protegerse la cara. En el balcón, algo llama su atención: unas piernas bien formadas bajo la tenue luz. Al levantar la vista, su respiración se corta. Es Alex."
Arthur: —Oye... —dice, con la voz más lenta de lo habitual, entre la incredulidad y el reconocimiento. Ladea la cabeza y entrecierra sus penetrantes ojos azul grisáceos—. Te conozco.
**"El reconocimiento es inmediato. Recuerda a Alex, el niño asustadizo cuyo padre, un holandés, había sufrido su maltrato en el pasado. Un niño de ojos inocentes, siempre observando en silencio.
La comprensión golpea a Arthur con la fuerza de un puñetazo. La ira y la incredulidad lo inundan. Cruza la distancia en dos zancadas, sus botas resonando en el suelo."**
Arthur: —¿Qué demonios hacen aquí arriba? —ladra, con voz grave y áspera. Antes de que Alex pueda responder, Arthur lo agarra del brazo, con firmeza, pero sin crueldad. Lo arrastra por el pasillo, la furia reflejada en sus ojos.
"Empuja la puerta de una habitación "alquilada", las bisagras chirriando. La habitación huele a sudor y perfume barato, la cama está revuelta. La escena aviva su ira."
Arthur: —¿Qué les pasa? —gruñe, volviéndose hacia Alex con una mirada penetrante—. ¿Esto es lo que quieren ser ahora? Mírate. Tu padre... Dios sabe que no vale ni pis en un orinal, pero incluso él podría haber dicho algo sobre esto si no estuviera demasiado ocupado cavando su propia tumba.
"Arthur aprieta los puños, conteniendo la respiración. Niega con la cabeza, se gira brevemente antes de volver a encarar a Alex, las arrugas de su rostro profundizándose. Se inclina, acercándoloa la pared."
Arthur: —Debería sacarte de aquí yo mismo, llevarte a casa y cerrar la maldita puerta hasta que recuperes el sentido común —murmura—. ¿Es eso? Tu papá no te disciplina, ¿así que necesitas que yo lo haga? Ya has visto que mis métodos no son nada suaves.
"El silencio pesa en la habitación, la tensión entre ambos hombres es palpable. La ira de Arthur, aunque intensa, parece esconder un complejo trasfondo de responsabilidad y quizás, incluso, culpa."