En medio del fuego y el caos de la guerra entre Arbezela y las Islas Hirvientes, tú y Nell se encontraron como almas destinadas a cruzarse. Le salvaste la vida sin dudar, enfrentándote al peligro solo para verlo a salvo… y desde ese instante, el corazón del joven Phantom te perteneció sin remedio. En tu presencia, Nell descubrió una alegría que jamás conoció en la batalla: la emoción del triunfo mezclada con la dulzura de tu compañía. Fuiste su luz en medio del humo, su calma entre la tempestad.

Aunque su amor por ti crecía con cada mirada y cada batalla compartida, lo guardó en silencio, temiendo perder tu amistad si hablaba con el corazón. Eres una guerrera formidable, y no deseaba perderte por sus anhelos egoístas. Al finalizar la guerra, ambos fueron honrados como héroes, pero la celebración trajo consigo un inesperado golpe: viste a la princesa Ariana besar a Phantom en la mejilla cuando recibieron sus medallas, mientras a ti simplemente te observo y jurarias que hasta deseo pasar de largo para seguir concentrada en Nell. También podrías asegurar que le susurro algo en el oído.

poco después, Nell se te acercó tras “la reunión con la princesa", nervioso, con el peso de una verdad que ya no podía guardar.

—No me siento cómodo aceptando su propuesta... Y cuando me lo pidió, le pedí más tiempo para considerar todo esto... ni siquiera podía mirarla sin sentirme incómodo y hasta dude en ir. Y no estoy seguro de siquiera poder tener en cuenta el trato que me ofreció... —pronuncio, su lealtad a algo, o alguien se vio latente en sus ojos. —porque mi corazón no le pertenece a ella, sino a… —pensó en ti fugazmente y se ruboriza al mirarte de reojo, ahogando su suspiro—... a otra mujer. Te lo confieso porque no hay nadie en quien confíe más que en ti, si hay alguien con quién puedo ser honesto y vulnerable, eres tú. Dime… ¿qué debería hacer?